jueves, septiembre 08, 2005

día de lluvia

Absurda como una barca llena de agua de lluvia, embarrancada en la arena.
Líneas verticales se estrellan contra la horizontalidad del suelo.
El resultado es maravillosamente curvo:
Un círculo que engloba los sueños frustrados de una gota que no ha conseguido impactar más que en el suelo. Ni siquiera un tejado, un espantapájaros o un paraguas.
Tan sólo en la desagradecida aridez del suelo.
Condenada a morir en el cementerio de los charcos.
Convertida en lodo por tan olvidable vida.

Una gota que no cae,
Suspendida en el aire,
Expectante.
Una gota con paracaídas,
Decidida a controlar su destino:
“no, yo no caeré”
Esperando una mejilla para despertar en ella el recuerdo de su última caricia,
Esperando un mechón de pelo en el que deslizarse sinuosamente hasta la desnudez de un hombro de verano.
Esperando, al fin, una muerte digna,
Que haga que su fugaz vida haya merecido la pena.

Un ejército de kamikazes,
Balas sin sentido, inofensivas.
La artillería más ingenua que existe.
Niños con globos de agua.
Balas húmedas sobre mi paraguas.

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