mi madre ha estado guardando todo este tiempo una lata de galletas danesas llena de los lápices de colores que fueron pasando de curso conmigo y mis hermanas. Están felizmente agotados, como cuando lo estábamos al terminar las fiestas de cumpleaños de nuestros amigos, con esa pátina de haber vivido historias de todos los colores tan propia del confetti que queda en el suelo el día después de carnaval.
¿puede haber mejor tesoro que una colección de lápices llenos de historia (e historias) descansando en una caja de galletas?
imaginad mi sorpresa al encontrar, además, un lápiz en el que había escrito mi nombre...
¡bienvenidos a la colección vintage de corazón de galleta!