
esto es lo que pasa cuando te quedas todo un fin de semana encerrada entre mantas con gripe: que los hilos se salen de los cajones y se convierten en amiguitos para hacerte compañía.
de niño uno necesita certezas.
que las cosas sean siempre del mismo modo.
en mi casa los cumpleaños siempre ha sido así: te dan los regalos un día que no es el que toca (suele ser el anterior o mucho más tarde) y mi padre se queda rezagado al fondo de la sala mientras todo el mundo pregunta "¿qué es? ¿qué es?", observando la lluvia de papel de seda y cintas de colores.
Entonces, justo antes de que se descubra el regalo, vaticina: "es un elefante".
Siempre.
Sea un regalo chiquitito o enorme.
No importa.
No ha habido un regalo en mi vida que no haya sido un embrión de elefante.
Ahora, mi pregunta es ésta: nata, ¿¿¿cómo lo sabías???
En el próximo post, la solución al regalo. Os dejo con la intriga a ver si alguien adivina qué era esta vez el elefante...