Qué tienen los botones del Zara
que no consiguen quedarse quietos.
Se desprenden de su hilo
como si fuera una soga.
Quién sabe si huyen del agobio de los ojales,
De la aspereza de las telas,
O simplemente, de su atadura.
Te obligan a coserles una raíz reforzada,
maraña de hilos y pespuntes.
Pero a los que nos sentimos hechos de pedazos
solamente hilvanados,
nos cuesta mucho ponerles cadenas.
martes, agosto 23, 2005
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